Clases de autoayuda Vol. I
Desde hace unos dias me apetecía escribir algo sobre Ursula, ya no tanto porque los haya visto justo hace una semana por primera en directo (no está mal, después de seis años), si no más bien porque desde que en 2001 editaron su debut, el apabullante La banda sonora de mi funeral (Foehn Records) despertaron en mi un torrente sensaciones dificiles de expresar con palabras, ya sabeis, sus pequeños-grandes hits no dejan de ser las pequeñas-grandes desgracias cotidianas, pequeños-grandes testimonios de visceralidad y remordimientos que a todos nos acechan cada día.
Aprovechando el directo -con la nueva formación en la que David Cordero se hace acompañar por los miembros de la banda sevillana Trisfe- he recordado la intensidad emocional a base de guitarras acústicas, acordeon y melódica de La banda sonora de mi funeral (Foehn Records), los primeros devaneos electrónicos de Todo vuelve a ser lo que no era (Foehn Records) y la convergencia definitiva electroacústica de Autoayuda emocional (Lejos discos), en el que, al igual que sobre el escenario, las bases clickeantes y los continuos samplers cinematográficos se funden el pulso firme de las guitarras, del mismo modo que lo hacían Arab Strap o más recientemente el mismísimo Matt Elliott.
Pues sí, que el viernes pasado en la Sala Scumm, sin quererlo, me acabé emocionando, porque al fin y al cabo las historias de mentiras, inseguridades, infidelidades, amores perdidos y esperanzas frustradas que recorren las historias de Ursula, son las historias de cada uno de nosotros...
Aprovechando el directo -con la nueva formación en la que David Cordero se hace acompañar por los miembros de la banda sevillana Trisfe- he recordado la intensidad emocional a base de guitarras acústicas, acordeon y melódica de La banda sonora de mi funeral (Foehn Records), los primeros devaneos electrónicos de Todo vuelve a ser lo que no era (Foehn Records) y la convergencia definitiva electroacústica de Autoayuda emocional (Lejos discos), en el que, al igual que sobre el escenario, las bases clickeantes y los continuos samplers cinematográficos se funden el pulso firme de las guitarras, del mismo modo que lo hacían Arab Strap o más recientemente el mismísimo Matt Elliott.
Pues sí, que el viernes pasado en la Sala Scumm, sin quererlo, me acabé emocionando, porque al fin y al cabo las historias de mentiras, inseguridades, infidelidades, amores perdidos y esperanzas frustradas que recorren las historias de Ursula, son las historias de cada uno de nosotros...
Etiquetas: electrónica, emoción
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